La tiranía de los resultados
Cada vez estamos más sometidos a la tiranía de los resultados.
Parece que sólo es posible avanzar a través de metas intermedias, y que para mejorar la eficiencia necesitamos un proceso sometido a un control exhaustivo. Un control que estableceremos a través de la medición de los resultados obtenidos con cada acción que ejecutamos. Pero debemos llevar cuidado con no obsesionamos con los logros porque, en caso contrario, la gestión se convierte en una tarea peligrosa y poco motivadora. Estaremos cometiendo un gran error si nos confiamos y llegamos a creer que alcanzar hitos intermedios es motivo suficiente para alcanzar el éxito.
Cuando no sucumbimos a la tiranía de los resultados, los motivos son mucho más importantes
Los motivos y el compromiso son la justificación, la causa por la que se lucha y se trabaja. Confiar ciegamente en los resultados resta valor a las razones y motivos que propician lo que debemos hacer, para centrar únicamente la atención en cómo vamos a hacerlo. A pesar de conseguir logros excepcionales, no sabemos bien para qué ni por qué hacemos lo que hacemos. Y las tareas ya no las disfrutamos, ni las vivimos, ni las aprovechamos. Simplemente las ejecutamos, y así dejan de estar respaldadas por la motivación.
Giulio Cesare Giacobbe, en su fantástico libro “Cómo dejar de hacerse pajas mentales y disfrutar de la vida” argumenta que “todo aquel pensamiento que no lleva a la acción es una paja mental”. Y también explica que “para combatir esas pajas mentales es esencial mantener la presencia mental en el mundo que te rodea, en la realidad” y los motivos son parte de la realidad.
No obsesionarse con los resultados nos mantiene alerta
No confiarse a la divinidad de los resultados nos ayuda a pensar en posibles alternativas y esto es imprescindible en entornos de incertidumbre. Hay momentos en que enfocarte tanto en alcanzar un logro concreto reduce excesivamente la capacidad de visión periférica. Incluso se dan casos en que, cuando se alcanzan los resultados, ya no tienen importancia. No debemos olvidar que eran válidos en un contexto concreto y el contexto puede cambiar a mucha velocidad.
Compromiso y motivación no se deben potenciar mediante los resultados
Llegamos a caer en la trampa de plantear los resultados como una forma de mantener el control sobre la motivación y el compromiso. Desvirtuar su utilidad, y usarlos como medidas de control, es una estupidez que desemboca en mera burocracia y transforma la gestión en un ejercicio menos flexible, anodino y poco motivador.
La cuestión es que los resultados suelen ser poco útiles y ni siquiera ayudan a mejorar la productividad o el desempeño. Con esa tiranía se llegan a convertir en una herramienta desestabilizadora o, como mínimo, poco efectiva.
Créditos de la imagen: banspy en Flickr (bajo licencia Creative Commons)