Inteligencia flexible

«Cuando una persona está viva, es blanda y flexible. Cuando está muerta, se vuelve dura y rígida.
Cuando una planta está viva, es blanda y tierna. Cuando está muerta, se vuelve marchita y seca […]».
Lao Tsé

Históricamente, el conocimiento ha sido un fenómeno basado en modelos y estructuras rígidas, que se han ido superando de manera paulatina. Un movimiento científico, artístico o intelectual es superado por otro, que ejemplifica o contradice los supuestos del movimiento anterior y, así, se han ido fraguando los cambios.

La interiorización de ese avance paulatino ha instaurado la creencia de que nuestro conocimiento también es lineal y está sujeto a unos modelos o estructuras rígidas. Sin embargo, una lectura libre de la teoría de la superposición de planos de Jorge Bucay nos recuerda la importancia de desarrollar una inteligencia flexible ante los procesos de incertidumbre. Describe cómo una vez que nos situamos ante un nuevo plano, desconocemos cuál es nuestro entorno, sentimos inseguridad y cierto miedo. Hasta que, poco a poco, ese plano que creíamos hostil se vuelve conocido. Cuando nos sentimos seguros en ese plano, descubrimos una nueva puerta, que nos lleva a otro plano, que se nos vuelve a mostrar hostil y así de nuevo, hasta situarnos en un bucle emocional e intelectual, que no sabemos a priori dónde nos conducirá, pero por el que nos sentimos irresistiblemente atraídos. La inteligencia flexible está viva y dispuesta a afrontar esa incertidumbre. 

Piensas que conoces lo que conoces que piensas

En algún momento, llegamos a pensar que nuestro conocimiento de la realidad, del entorno y de nuestro propio escenario era algo rígido y perfectamente adaptado a modelos y estructuras solemnes. Es evidente que en la empresa, de manera cada vez más visible, se buscan profesionales capaces, no sólo de aceptar las diferencias, sino – sobre todo – de celebrarlas. Lo fundamental es que la empresa sea capaz de crear un entorno de trabajo inclusivo para capitalizar distintas perspectivas y generar un mayor valor apoyándose en esa diversidad.

Por otro lado, la multiplicidad de tendencias y avances ha mejorado la facilidad de acceso a la información. Y han provocado una mayor transversalidad de los conocimientos generados. Esto mejora nuestras posibilidades de ser más inteligentes y creativos, de desarrollar capacidades más innovadoras. Pensemos, por ejemplo, en la narrativa transmedia y en cómo las concepciones rígidas del conocimiento, la creación y el arte se desdibujan. Como menciona Carlos A. Scolari :
“Hasta ahora el discurso científico ha sido muy monomediático. Los investigadores, en su gran mayoría, se comunican a través de textos escritos que son presentados en congresos y eventos científicos. Esta lógica se repite dentro de las aulas donde los alumnos deben entregar al profesor trabajos escritos, superar exámenes escritos u orales y, al final de su largo recorrido de formación como investigadores, les toca defender una tesis doctoral encuadernada en símil piel y letras doradas en su parte exterior…”

Debemos adaptar nuestra percepción del conocimiento. Quizás, ahora que disponemos de toda la información a golpe de clic es el momento, más que nunca, de desarrollar esa inteligencia flexible y aprender a pensar.

Créditos de la fotografía: Eser Aygün en Flickr (bajo licencia Creative Commons)

Nereida Torrijos

Licenciada en Humanidades, ha trabajado en el inventario de patrimonio etnográfico, cultural y de tradición oral aragonesas. Actualmente, interesada en analizar y aplicar prácticas humanistas en las organizaciones.

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