Gestión aséptica. Líderes, emprendedores o innovadores.
En los últimos tiempos, parece que la gestión se ha convertido en una tarea aséptica, buscando el máximo rendimiento, sin interferencias. Como si únicamente se tratase de diseñar un plan maestro, aceptarlo y ejecutarlo de forma brillante. Es fácil aceptar esta visión de la tarea de gestión, aunque provoca una serie de problemas cada vez más comunes.
Problemas de la gestión aséptica
El primer problema que plantea la gestión aséptica es la dificultad para reaccionar ante los cambios de situación. Un buen gestor debe permanecer atento, detectar que el plan puede no funcionar y actuar en consecuencia. Ahora bien, la asepsia te empuja a cumplir el plan de manera fiel. De manera que, al final, parece importar sólo cómo se hacen las cosas, cuando lo importante es gestionar qué cosas se deben hacer.
Por otro lado, la gestión aséptica resta importancia a la intuición y al compromiso. Potencia mecanismos basados en reconocer patrones y en la aplicación de la mejor solución para cada caso. Por eso, limita y reduce la influencia que puede tener el gestor sobre el proceso y hace prevalecer la lógica sobre la intuición, la razón sobre la emoción.
Como consecuencia de esa gestión aséptica, se tiende a arriesgar de forma inadecuada. A veces más de lo necesario, porque envalentona la sensación de menor incertidumbre que proporciona la lógica. En otras ocasiones, menos de lo aceptable, ya que sólo se arriesga lo que precisa el plan para cumplirlo.
Aplicando intuición, experiencia y emoción
James Clear en su brillante artículo “La gente exitosa empieza antes de estar lista” cuenta cómo Sir Richard Branson inició Virgin Airlines:
“Tenía treinta años y un negocio, pero nadie sabía quién era. Me dirigía a las Islas Vírgenes y una chica muy bonita me esperaba, así que estaba decidido a llegar a tiempo.
En el aeropuerto, mi vuelo a las Islas Vírgenes fue cancelado debido a un mantenimiento o algo así. Era el último vuelo de la noche. Pensé que esto era ridículo, así que fui y fleté un avión privado para que me llevara a las Islas Vírgenes, aunque yo no tenía el dinero para hacerlo. Entonces, tomé una pequeña pizarra, escribí “Virgin Airlines. $ 29″. Me acerqué al grupo de personas que debían viajar en el vuelo que fue cancelado. Vendí entradas para el resto de los asientos en el avión, utilicé el dinero para pagar el avión fletado, y todos nos fuimos a las Islas Vírgenes esa noche”.
Debemos potenciar una gestión menos aséptica, centrada en la intuición, la experiencia y la emoción, una gestión que no parezca de libro. Debemos desechar la imagen de mero ejecutor que se impone porque, de lo contrario, puede parecer que decidir y dirigir, no sean las funciones más importantes de un buen gestor.
Quizá por esto cada vez hay menos innovadores, líderes o emprendedores. Porque requiere enfrentarse a retos como permanecer alerta con respecto al entorno, dar sentido al proceso y controlar el riesgo. Y hacer esto resulta complicado si tienes que permanecer aséptico.
Créditos de la foto: Christiana Care (bajo licencia Creative Commons)
Javier Martínez Romero
En Twitter: @javisagan
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